
Para nosotros como Escuela, la muerte de Héctor Manuel Vidal el pasado 12 de enero, fue una noticia triste y que nos afectó de muy diversas maneras. Muchos de nuestros integrantes han sido amigos, colegas, discípulos del Director que nos deslumbró a todos con la Gatomaquia o Galileo Galilei. Muchos y muchas de nuestros egresados y egresadas han trabajado con él en distintas etapas de su carrera.
Su hija María Vidal, es estudiante de la EMAD. Para ella y toda la familia, así como para todos los amigas y amigos de Héctor, va nuestro abrazo apretado.
En el trabajo cotidiano lo seguiremos recordando.
La EMAD dedicará el trabajo de Egreso de la generación que culmina sus estudios en el 2014 a la memoria de Vidal, trabajo que llevará adelante el Docente y también director Alberto Rivero.
Se realizará además durante el año proyecciones de las entrevistas existentes a Vidal y realizar una mesa redonda sobre uno de los directores más destacados de los últimos cuarenta años del teatro uruguayo.
Les dejamos la nota que con motivo de su fallecimiento escribió el periodista Javier Alfonso en el Semanario Búsqueda (con permiso de su autor).
La foto es de Gustavo Castagnelo.
HÉCTOR MANUEL VIDAL (1943-2014) Esencial y poderoso
Fue un hombre fundamental del teatro uruguayo. No solo de las últimas décadas, sino de toda su historia. El domingo 12 murió a los 70 años Héctor Manuel Vidal, luego de una larga lucha contra un cáncer que había superado un par de años atrás.
En sus 40 años de carrera, primero ejerció la actuación en más de 40 obras y luego concentró todas sus energías en la dirección teatral. Con trabajos como "La boda" de Brecht, "Pericles" de Shakespeare, "Las brujas de Salem" de Miller, y "Galileo Galilei" de Brecht, el público y la crítica lo ubicaron a la vanguardia de la escena local, con la experimentación, el riesgo y la innovación como denominador común. Acumuló múltiples Florencios y fue convocado a la dirección artística de la Comedia Nacional en dos ocasiones, una por un breve lapso, a fines de la década de los 90 y otra por un lustro (2001-2006). Vidal será recordado como un punto de referencia imprescindible sobre el escenario, y tras bambalinas, como un tipo sabio y entrañable.
Nacido en Las Piedras en 1943, estudió en la escuela de Club de Teatro, donde debutó como actor en "Papas fritas... con todo", del inglés Arnold Wesker, y como director en 1969 en "La víspera del degüello", de Jorge Díaz, aunque se trató de una puesta interna. Su primera dirección estrenada en el circuito montevideano fue la emblemática "Woyzek", obra inconclusa de Georg Büchner, en El Tinglado, en 1974.
Su prolífica labor con la Comedia Nacional incluye "Alcanza con que tú me ames" de Slawomir Mrozek, "La venganza de Don Mendo"de Pedro Muñoz Seca, "Tierra de nadie" de Harold Pinter, "El proceso"de Franz Kafka, "Los ciegos"de Maeterlinck, "El gran día" de Jean Luc Lagarce y "Enrique príncipe y rey", su última labor, que reúne "Enrique IV" y "Enrique V", dos clásicos del Shakespeare más político.
En el ruedo independiente dejaron profunda huella sus versiones de "Rompiendo códigos" de Hugh Whitemore, "Tirano Banderas" de Valle Inclán, "Gatomaquia" de Lope de Vega y "Maluco", adaptación de la novela de Napoleón Baccino que le llevó 20 años de trabajo y que estrenó en el Museo del Carnaval hace dos años. Una refinada síntesis del voluminoso relato inspirado en los viajes de Magallanes que no tuvo la repercusión que mereció.
Guerra gatuna. "Gatomaquia", el primer trabajo de Vidal luego de dejar la Comedia Nacional, es un verdadero prodigio de dirección, y sin dudas uno de los mejores espectáculos de las últimas décadas. Esta adaptación de una novela poética escrita por Lope de Vega en el otoño de su vida, estrenada en el Teatro Victoria en el invierno de 2007, es una fusión escénica de teatro clásico, musical, ópera, danza, cine, recital poético, cuento ilustrado, teatro de sombras y hip hop. Una demostración contundente de que el teatro en verso del Siglo de Oro, bien hecho, también puede ser una manifestación contemporánea.
Leandro Núñez, uno de los cuatro integrantes del elenco original de "Gatomaquia" —junto a Diego Arbelo, Cecilia Sánchez y Jimena Pérez— narró esta semana a Búsqueda su recuerdo de esa experiencia que marcó su carrera: "Cuando Héctor me llamó no me interesó mucho el proyecto, pero me interesaba él. Yo sentía que era el padre del teatro, seguramente por su función de director de la Comedia". Curiosamente, el actor contó que la primera obra de teatro que vio en su vida fue "La Boda", de Vidal. "Era niño, pero recuerdo muy nítido ser partícipe de ese casamiento. No podía creer que eso fuera teatro".
El mayordomo de "Mi muñequita" recuerda a Vidal como "un tipo peculiar por su rara capacidad de escuchar, aprender y enseñar a la vez, algo que he visto en muy pocas personas. Como director era muy equilibrado. Te resaltaba tus cualidades tanto como tus dificultades. Y cuando tenía que sacrificar o descartar una creación tuya, te lo justificaba de tal modo que terminabas dándole la razón". También destacó "su enorme capacidad intelectual, que olvidaba fácilmente para disfrutar las cosas mas sencillas".
Como director de la Comedia fue decisivo para abrir las puertas del teatro oficial a la generación emergente, que se fogueó en los años 80 y 90. En 2004, al reinaugurar el Solís, la compañía municipal produjo "Las mil y una noches" y convocó a nuevos referentes como Mariana Percovich, Marianella Morena, Ismael Da Fonseca, Bosquimanos Koryak y Títeres Cachiporra. Dos años más tarde, hizo posible que Roberto Suárez montara "El hombre inventado" en la Sala Verdi, en una de las más ambiciosas y alucinantes producciones de la Comedia, con un estanque del que nacía Levón como una criatura alucinada.
Entrevistado por Búsqueda en julio de 2007 (Nº 1.415) Vidal reflejaba su admiración por el trabajo de sus cuatro dirigidos en "Gatomaquia" y su alta valoración del teatro que irrumpía desde el margen. "En su manera de enfrentar y enfocar la actuación, no solo están abiertos a aceptar lineamientos sino a proponer y resolver. Hace más de 20 años comenzó a darse un gran cambio en el teatro uruguayo, cuando comenzaron a emerger figuras como Roberto Suárez, Ariel Caldarelli, Andrea Davidovics, Bettina Mondino, Tabaré Rivero. Actuaban, cantaban, componían, hacían teatro callejero. Antes éramos más dependientes de la dirección, ahora hay otra desinhibición. Cada vez aparecen más jóvenes que antes de los 30 años escriben, dirigen y actúan. Nosotros pasábamos años para animarnos a hacer una asistencia de dirección, y los directores eran generalmente gente adulta".
Esta guerra entre clanes gatunos, sátira de la ambición bélica del ser humano, viajó como pocos espectáculos uruguayos: Argentina, Colombia, Ecuador, varios países de Centroamérica y España (Madrid y Cádiz) y recibió múltiples premios en Uruguay y Argentina. Núñez evoca la obsesión de Vidal por conocer la cultura y la gente de cada sitio donde recalaba: "En los viajes aprovechaba cada minuto para aprender. Era un placer internarse con él en los mundos que visitábamos. En cada pueblo hacía como una investigación sociológica. No leía la carta de un restaurante. La estudiaba".
Son proverbiales sus calenturas, como la que se agarró cuando Núñez y Diego Arbelo se hicieron pasar por periodistas del diario "La Nación" en un hotel porteño y pidieron por teléfono una entrevista con Vidal, quien estaba descansando. Quedaron en llamar más tarde y salieron a pasear. Al llegar se enteraron de que Vidal hacía tres horas que esperaba la llamada de los ‘reporteros’, que no tuvieron mejor idea que cancelar la nota por teléfono. Aún resuena en el oído del actor la puteada que le espetó Vidal cuando volvió a impostar su voz para cancelar la supuesta nota.
Núñez describe con otra anécdota su perfeccionismo y su carácter. "No es un rasgo esencial, pero cuando algo salía mal, fuera de los planes, explotaba. Acabábamos de llegar a Plaza Serrano, en Buenos Aires, y un baterista pasó la gorra luego de tocar. No queríamos cruzarnos con él y alguien del grupo dijo en tono despreocupado: "¡Que venga!". Al otro día, en la función, estábamos nerviosos por debutar en Buenos Aires, y en la parte de la ópera improvisé el "que venga". Héctor estaba en la cabina y se requemó. Pasó todo el final ofuscado por mi salida de libreto, y me rezongó duro, hasta que le expliqué que había sido una forma que encontré para distendernos y apropiarnos del escenario. Era parte de la libertad que él nos daba".
Pasión clásica. En su última entrevista con este semanario, en noviembre de 2012 (Nº 1.687), previo al estreno de "Enrique príncipe y rey", así expresaba su pasión por Shakespeare: "Más allá de la poderosa vigencia que conserva cuando habla de los conflictos humanos, fluidamente, en medio de una discusión te larga conceptos como ‘un poco más que un poco suele ser mucho más que demasiado’, así como bobeando. La deja picando. O cuando en ‘Pericles’ el viejo poeta Gower dice ‘hiere como la verdad’ (abre un silencio), y sigue sin detenerse. O ese juego teatral de complicidad con el espectador cuando hace decir a Falstaff que nació "a las tres de la tarde, con el pelo canoso y un poco panzón". Son esos lujos que se daba, de costado, sin detenerse a aclarar nada, como sus juegos con el absurdo, 400 años antes del teatro del absurdo, o meter el teatro dentro del teatro, como en Hamlet".
En la misma charla, Vidal ahondó sobre su interés por el teatro clásico: "Hay algo esencial y poderoso que me seduce en el siglo XVII. (...) Todo trabajo de estilo sale bien si los pilares están bien fundados. Las escuelas de artes escénicas definen códigos para hacer los clásicos, pero el mejor estilo es el de quien tiene algo para decir. No hay un manual sobre cómo representar los clásicos". Finalmente, citó a Borges para sintetizar su visión del poder del teatro: "Siempre habrá teatro, porque siempre habrá público que lo vea. Borges dijo una vez: ‘¡Cómo sigue avanzando el cine! Va a llegar un momento en el que hasta pongan un hombre de verdad ahí adelante’. El hombre de verdad es insustituible".
Vidal no se fue bien de la Comedia. A fines de 2006 renunció producto de sus públicas diferencias con Mauricio Rosencof, director de Cultura de Montevideo que había asumido un año antes. Sus últimos meses de gestión transcurrieron entre constantes fricciones con la cúpula comunal. Prefería no hablar del tema, pero no esquivaba el bulto ante la pregunta: "(Trabajar en la Comedia) fue muy bueno hasta el cambio de administración. El último año estuvo marcado por fuertes desacuerdos y desencuentros. Luego de tantas idas y venidas me fui por no comulgar con los criterios que se están aplicando".
La actriz Natalia Bolani, una de las integrantes del segundo elenco de "Gatomaquia" (que la representa desde 2009), contó que luego de luchar bastante contra el cáncer, Vidal "se fue en paz, tranquilo de que había hecho lo que tenía que hacer". Su recuerdo emocionado pinta de cuerpo entero al artista y al ser humano: "Era como un padrino. Tuve el privilegio de conocerlo desde el trabajo y como director fue mi gran maestro, en todo sentido. Me enseñó todo lo que no está en los libros, aprender a cargar cada palabra de sentido, no dejar nada librado al azar y ser muy prolijo en el trabajo. Me regaló su corrección permanente en todas las funciones. Su forma de trabajar te hace sentir muy acompañado, respetado y cuidado en tu trabajo. En los últimos tiempos mostraba mucho su fibra personal, y me sentí como su hija".
El día de su partida, los actores y técnicos de "Gatomaquia" lo recordaron de la mejor forma: "Los gatos viejos y nuevos fuimos al bar Hispano y pedimos Sandy sin hielo y fainá de orillo frío, su combinación favorita, y nos quedamos recordándolo un buen rato, como él lo merece".
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Javier Alfonso
Publicado en Semanario Búsqueda el jueves 16 de enero